Se celebraba el día uno de Mayo y en él, los quintos del pueblo, es decir aquellos que harían ese mismo año la mili, bajaban hasta el río, cortaban el árbol más alto que hubiera, lo pelaban y lo subían a hombros hasta el pueblo donde se ponía enfrente de la Iglesia con un jamón o una bolsa de naranjas en la punta.
Aquellos valientes que quisieran arriesgarse a cogerlo tenían que trepar sólo con sus manos. Nadie lo consiguió.
Bianca.
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